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Kazimir Malévich, "La caballería roja", 1930. Fotografiado y editado por R.Xo para stylefeelfree.com |
La exposición “La caballería roja: creación y poder en la Rusia soviética de 1917 a 1945” que tiene lugar en la Casa Encendida y que permanecerá abierta hasta el 15 de enero del próximo año, es una visita obligada para entender el pasado y descubrir la originalidad artística que tuvo lugar en una época convulsa y especialmente complicada para el artista –muchos de los cuales se vieron obligados a emigrar, incluso en barcos fletados por el propio gobierno que excluyó de su “estado ideal” a humanistas y liberales, aunque otros también se vieron obligados a permanecer para consolidar el régimen-. Y a pesar de la falta de libertad de creación y expresión, la Rusia soviética proclamó el arte de vanguardia, el que representaba la cultura proletaria en todas sus manifestaciones. Una forma de representar el estado proletario que floreció e incluso se exportó fuera, como en 1925 año de la “Exposición Internacional de Artes decorativas e industriales de París”, en que Rusia ostentó al mundo el poder del socialismo con artistas de la talla de Mélnikov, Ródchenko o Stepánova entre otros.
Rusia como escenario bajo la mirada atenta del régimen soviético que por un lado necesitaba de una “intelligentsia” creativa que diera perpetuidad a su estado proletario haciéndolo más atractivo, y por otro lado, recelaba del impulso artístico que estaba bajo sospecha de traición.
Vivimos tiempos de gran agitación social. Nunca hasta ahora el ciudadano había sido tan político, algo lógico y natural por otra parte. Pero en la era del bienestar todos estábamos felices y contentos hasta que el cuento llegó a su fin. Vivimos en el año de la revolución y mientras nuevas corrientes postulan cambios, algunos miran hacia atrás y ven en el pasado la solución a los problemas entonando viejos himnos e izando peligrosos estandartes que habían caído en el olvido, que ya formaban parte del arsenal de errores que nos servían, en principio, para susurrarnos al oído que por ahí no, que no debemos tropezar dos veces en la misma piedra. Pero somos hijos de nuestros padres, nietos de nuestros abuelos y bisnietos de nuestros bisabuelos. La memoria colectiva siempre vuelve a rememorar viejos fantasmas, a hacerlos más atractivos con el paso del tiempo.
Y precisamente este tipo de exposiciones, a modo de recorridos culturales por la historia reciente, nos deberían servir para reflexionar con la distancia y sabiduría del tiempo. La belleza del arte siempre será la mejor forma de acercarnos a una parte de la verdad. Porque a pesar de los fines políticos, el arte es el mejor narrador de la historia y el artista, el que mejor sabe lidiar entre política y vida para plasmar con belleza la realidad y encontrar una fisura a través de la cual representar su individualidad.
Del cubofuturismo al realismo socialista, pasando por el suprematismo, esta expoxición es un viaje a través del tiempo que representa una época y una estética muy marcada que con los años ha ido ganando adeptos. Un recorrido fascinante y completo por una Rusia determinante, ambiciosa y poderosa.
Del cubofuturismo al realismo socialista, pasando por el suprematismo, esta expoxición es un viaje a través del tiempo que representa una época y una estética muy marcada que con los años ha ido ganando adeptos. Un recorrido fascinante y completo por una Rusia determinante, ambiciosa y poderosa.
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De izq. a dcha: varios; G. Komarov; Dmitri Moor y colectivo Kukriniksi. Fotografiado y editado por R.Xo para stylefeelfree.com |
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Fotografiado y editado por R.Xo para stylefeelfree.com |
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De arriba a abajo y de izq. a dcha: A. Deineka, 1937; K. Nikoláyev, 1930; I. Vladimírov, 1937. Fotografiado y editado por R.Xo para stylefeelfree.com |
En La Casa Encendida, Ronda de valencia, 2 - MADRID hasta el 15 de Enero 2012
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