EL CIRCO DE LA VIDA

... CIRKUS COLUMBIA, una película para el verano

Es de esas pelis para ver en verano y a ser posible al aire libre. Recuerdo especialmente los días de cine al  aire libre que viví un verano en el casco antiguo de Pontevedra y pienso que ese sería su lugar de proyección ideal. Pero aunque me tuve que conformar con una sala vacía en el centro de Madrid, la disfruté igualmente y fue en el último minuto de Cirkus Columbia, con ese fabuloso tiovivo de cadenas como símbolo de la vida y sus vaivenes, cuando me quedé embelesada con esta comedia entretenida con algunos recursos no especialmente sorprendentes, pero sí efectivos. Al menos a mí me pasa eso, que algunas películas empiezo a disfrutarlas realmente cuando se acaban y puedo atar todos los cabos, asimilar los personajes en su complejidad y deleitarme con los elementos que en toda buena película tienen su razón de ser. 

Si bien es un film fácil de ver, con dos personajes soberbios, el de su protagonista Divko y su exmujer Lucija, su trasfondo con tintes bélicos de preguerra tiene muchos aspectos que hay que ir hilvanando. 

En realidad no es una película de personajes y aunque la sensual Azra, otro de los personajes clave de la película,  se come la pantalla con sus acertados estilismos  y su sensualidad, no resulta totalmente creíble y te quedas con la sensación de que su papel podría haber dado más de sí. Pero acabas por entender que la intención de Danis Tanovic,  era la de  recrear una especie de fábula donde los personajes se mueven como marionetas, con un gato como símbolo que se anticipa a los acontecimientos haciéndonos ver que la guerra es ridícula y que todos los malentendidos entre los seres humanos podrían descomponerse con el diálogo y el amor. Por eso, finalmente, cuando los ya maduros Divko y Lucija, como un Romeo y Julieta con  final feliz, comprenden la verdad de sus vidas, te quedas con la sensación de que posiblemente el único propósito de su director era revivir  su propio pasado y saborear algunos detalles que se magnifican con el tiempo, esas pequeñas cosas que se acumulan en el recuerdo y que van ligadas a los sentidos. Probablemente fuese esto  y el de dar pie a un debate en torno a lo absurdo de toda guerra.